Inicio Natura 25 Años Como Masajista Profesional: “De mileurista a masajista referente”

25 Años Como Masajista Profesional: “De mileurista a masajista referente”

Nov, 2025 | Natura

Si alguien me hubiese dicho hace 25 años que terminaría trabajando con pilotos de Fórmula 1, equipos de élite, marcas internacionales y miles de alumnos… me habría reído.
No porque no soñara en grande, sino porque en aquel momento estaba demasiado ocupado sobreviviendo.

Pero cada viaje tiene un primer paso.
Y el mío empezó dejando una fábrica que odiaba, para abrir un pequeño centro de masaje en Castellón que olía más a incertidumbre que a aceites esenciales.

Los comienzos: miedo, incertidumbre y un salto al vacío

Hace 25 años dejé la fábrica que odiaba para perseguir mi sueño: ser masajista profesional. Abrí mi primer centro en Castellón sin experiencia, sin clientes y sin capital. Me tiré a la piscina… y casi me ahogo.

Ahí apareció Tere, la primera persona que me abrió las puertas y me dio una oportunidad.
Un espacio, un alquiler, un voto de confianza. Gracias a su confianza y amistad, pude seguir adelante, aunque con muchas dificultades.
Hoy, 25 años después, sigo agradeciéndole su apoyo, su paciencia y su amistad.

Yo empecé al revés: abrí un local cuando debería haber empezado yendo a domicilios, sin gastos fijos. Me equivoqué mucho, pero esas equivocaciones hoy son parte de mi enseñanza para que otros no las repitan.

La primera gran oportunidad: el Fútbol Club Castellón

Cuando vi que mi centro no arrancaba pensé:
“Si los clientes no vienen a mí, iré yo a buscarlos.”

Llamé a cientos de puertas… hasta que se abrió la del Fútbol Club Castellón.

Tenía 20 años, cero experiencia en deporte y cero responsabilidad (el primer día llegué tras haber salido de fiesta). Me pidieron vendar a los futbolistas… ¡y no sabía!
La primera semana se reían de mí.
Al mes vendaba con una mano.

Ahí entendí que no solo se trata de ser masajista, sino de ser muy buen masajista, formarte bien, y aprender las peculiaridades de cada deporte: fútbol, ciclismo, golf, motor… Todos tienen su propio ecosistema.

Esa puerta fue mi primer escalón hacia convertirme en masajista referente.

Cuando casi lo dejo todo: el peor momento de mi vida profesional

Con el tiempo me empezaron a llamar la atención: me habían enseñado técnicas de fisioterapia en cursos de masaje… que no podía legalmente aplicar.
Mi amigo Rubén Pons, ahora fisio del Liverpool, me lo dejó claro:

“Jordi, así no vas bien.”

Me rompió.
Me enfadó.
Me dejó perdido.

Tuve que reconstruir toda mi profesión desde cero: lo que podía hacer, lo que no, dónde estaba mi valor y hacia dónde tenía que dirigir mis conocimientos.
Ese clic cambió mi vida.

Pero aún faltaba tocar fondo.

Un día, camino a mi centro en Castellón, agotado, sin ilusión, con las manos acalambradas y cobrando miseria… me detuve al ver a unos chicos haciendo kitesurf en la playa de Benicasim. Bajé del coche, pisé la arena fría y sentí una conexión con la naturaleza que me atravesó.

Ahí supe que no quería ir a trabajar.
Ahí supe que no quería seguir siendo masajista.
Había perdido la ilusión.
Había perdido el valor.
Me había convertido en esclavo de mi profesión.

Y lo peor: estaba decidido a dejarlo.
Estaba agotado, quemado y convencido de que nunca se podía vivir bien del masaje.

El masaje de los 100 € que lo cambió todo

Pasaron meses sin tocar una camilla.
Un día un antiguo cliente me escribió: Jordi, ¿puedes venir a casa?
Le dije que sí… pero esta vez cobré 100 € la sesión.
Me contestó: Perfecto, ven cuando quieras.

No me lo podía creer.
Fui a su casa con otra energía, le hice el mejor masaje de mi vida y al terminar me preguntó: ¿Cuándo puedes volver?
Ese día entendí que el problema nunca fueron los clientes… era yo.
No me valoraba, no sabía vender mi trabajo ni poner límites.

A partir de ahí todo cambió:

  • De 10 masajes baratos al día → 2-3 masajes bien pagados
  • De trabajar para sobrevivir → trabajar porque me apasionaba
  • De miedo a la competencia → especializarme en lo que realmente podía hacer (y hacerlo mejor que nadie)

La diosa oportunidad y el mundo del motor

La suerte también juega su papel, pero solo si estás preparado. En Castellón conocí a Roberto Merhi, un joven piloto de karting que empezaba a despuntar. Un día coincidimos en una maratón, le atendí en camilla y quedó sorprendido por la mejora que sintió tras mi masaje. A partir de ahí, nuestra relación profesional creció y me abrió las puertas del mundo del motor: Fórmula 2, Fórmula 1, Resistencia, Le Mans…

Con él aprendí el verdadero significado de la diosa oportunidad. En la cultura griega la representan calva, porque si pasa por tu lado tienes que agarrarla rápido o se escapa. Roberto me ofreció oportunidades y yo las acepté todas. Pero entendí algo fundamental: no basta con que aparezca la oportunidad, hay que estar preparado para sostenerla. Si no hubiese tenido la formación adecuada, mi camino en la Fórmula 1 habría terminado antes de empezar.

Impulsa: lo que me hubiera gustado que alguien me enseñara hace 25 años

Todo este camino (los errores, las deudas, las crisis, las victorias) plantó la semilla de Impulsa: la metodología que hoy enseña a miles de masajistas a vivir de su profesión sin quemarse, sin miedo y cobrando lo que realmente valen.

Porque sí, los masajistas también podemos soñar a lo grande.

Si estás empezando o llevas años luchando como yo luché… quiero que sepas que se puede.
Pero no hace falta que tardes 25 años ni que pases por todo lo que yo pasé.
Hoy celebro estas bodas de plata con la profesión que casi abandono y que terminó dándome todo.
Gracias a Tere, al Fútbol Club Castellón, a Rubén, a Roberto, a cada cliente que confió en mí y a cada alumno que hoy vive de esto gracias a lo que un día aprendí a base de tropiezos convertidos en lecciones.
Y gracias a ti por leer hasta aquí.
Porque si estás leyendo esto es porque tú también sueñas con ser masajista referente.
Y te aseguro que sí se puede.

Un abrazo fuerte,
Jordi Casalta

 

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